domingo, 26 de marzo de 2017

CHIHO SAITO Y "ÉL" KUNIHIKO IKUHARA (BE-PAPAS) [Utena, una revolucionaria de élite]

De niño siempre iba acompañado de él y del mundo real. Yo era un niño bastante taciturno, contrariamente a él, un megalómano que derrochaba alegría. Él siempre andaba con mucho cuidado de no revelar a los demás sus sueños, pero a mí sí que me contaba las cosas que se le pasaban por la cabeza. Por lo general no eran más que ideas absurdas, pero a mí no me disgustaban.
En aquella época, la mayor parte de las razones para que yo fuera tan taciturno se reducía a que no era capaz de imaginarme a mí mismo de mayor, como un “adulto libre”. Estaba decepcionado con casi todos los adultos que me rodeaban. No quería convertirme en un hombre mediocre como todos ellos. Era un niño, pero tenía muy claro que eso de que la mediocridad es una virtud era mentira.
Por eso los sueños que él me contaba eran mi único consuelo. Pero hacia los 17 años, esos sueños que él me contaba se convirtieron en un arma para desafiar a los adultos y a su mediocridad. Él iba a resistir. Es más, estaba dispuesto a declarar la guerra total al mundo real.

Ya no era muy partidario de aliarme con nadie para nada, y empezó a presionarme con las malas maneras. Cansado, no tuve más remedio que dejarlo adormecido. Era un recurso retórico que me ayudaba a seguir adelante. Cuando llegue a los veinte, él seguía en su letargo y, poco a poco, fue apagándose, desapareciendo. Dejé que las cosas siguieran su curso sin hacer nada, porque quizá me resultaba incómodo no poder demostrar que no era un megalómano. Al final, murió sin que nadie supiera de su existencia, viviendo solo en mí. En cierto modo, los dos éramos desgraciados.
Mucho después de haber olvidado ya todo aquello, me encontré casi sin darme cuenta trabajando como director de animación. No pasó mucho tiempo antes de que mis amigos más íntimos y yo ideáramos un nuevo proyecto.
Lo que contaba principalmente eran las ganas, y no importaba mucho precipitarse. A grandes rasgos, el proyecto se basaba en hacer una obra que nos gustará, y ya está. Evidentemente, tenía que ser una obra interesante, pero qué entendíamos por ese término en otra cuestión: lo que importaba era la motivación. De pronto un día, al pasar por una librería, me llamó la atención la cubierta de una revista. Fue un momento decisivo.
Al ver aquel dibujo en la portada, comprendí qué era lo que nos hacía falta para poder desarrollar nuestro proyecto y que teníamos que evitar.

PORTADA: CHIHO SAITO

Hasta entonces ni siquiera se nos había pasado por la cabeza un proyecto orientado al público femenino. Ya había suficientes cosas así… Eso era lo que pensábamos. Pero aún así, a mí me había cautivado el estilo de Chiho Saito. La verdad es que fue un flechazo.
Leí Magnolia Waltz. La historia trata de una joven japonesa que se enamora de un joven oficial extranjero en los comienzos de la Era Showa (1926-1989). La causa por la que el joven oficial lucha resulta no ser la Paz Mundial, sino la libertad individual. Ante semejante muestra de fuerza espiritual, ella se enamora profundamente y lo deja todo, familia y amigos, para marcharse al país de su amado a buscar fortuna. El joven, en su lucha por cambiar el orden del mundo, arbitrario y preestablecido, acaba muriendo. La joven, en su lucha contra un sistema moral y normas sociales establecidos de antemano, sólo haya el dolor de lo inevitable.
Por naturaleza, nadie puede ser libre y amar al mismo tiempo.
Chiho Saito sabía de la existencia de él. Es el joven oficial sin duda alguna.
Y entonces pensé que tenía que conocer a Chiho Saito como fuera. “Los hombres sublimes siempre mueren”, dice Chiho Saito. Ella sabía que los hombres como el joven oficial están destinados a desaparecer de este mundo. No es fantasía, es un hecho. Seguramente, yo también tenga una larga y osada vida en su mundo desaparecido.
Chiho Saito, sabía de todo corazón que sólo podía amar a ese joven oficial, y a nadie más. Y aunque a estas alturas quizás sea ya demasiado tarde, estoy empezando a darle vueltas a la forma artística de resucitarle. Aunque quizá sea sólo un sueño.

Nota: Este texto aparece en el último tomo del manga de “Utena, la chica revolucionaria”.


Suponemos que la finalidad de este texto, es para conocer un poquito la vida de Kunihiko Ikuhara, sus proyectos de futuro, en que momento conoció a Chiho Saito, y por último; como le llegó la inspiración para crear un anime que lograra revolucionar los corazones de muchos amantes del manganime.

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